Los duendes de cobalto y otras historias del infierno | Ciencia

En la década de 1730, el médico sueco Georg Brandt (1694-1768) descubrió el cobalto como la primera sustancia, además del hierro, atraída por un imán. Y Brandt lo llamó cobalto debido a ciertas referencias mágicas, ya que la palabra cobalto deriva de la palabra kobold (coboldo) que en alemán significa duende.

Porque en Alemania, los mineros de la Edad Media culpaban a los traviesos duendes de su mala suerte cada vez que encontraban este mineral en lugar de plata. Hoy en día la cosa ha cambiado y el cobalto se valora tanto o más que la plata, aunque, para muchas personas, su nombre es la clave de entrada al infierno.

Se puede decir que este metal ferromagnético es una herida abierta en la República Democrática del Congo, su lugar de explotación y territorio históricamente castigado por ser fuente de recursos durante décadas, ya sea cobre para armas de infantería, uranio para fabricar bombas nucleares o metales preciosos. . como plata y oro, así como diamantes.

El Congo se convirtió en una zona de beneficios comerciales desde que, un día, el teniente británico Verney Lovett Cameron, tras atravesar el corazón de las tinieblas africanas, informó con un artículo en el periódico Los tiempos el 7 de enero de 1876 que el interior del país era de “riqueza indescriptible”.

Con su informe, el teniente británico provocó a los capitalistas empresariales de aquellos tiempos y les dispuso a realizar sus inversiones de forma segura. A partir de entonces, el Congo se convertiría en un lugar de saqueo. Hoy en día, la tendencia sigue aumentando, como nos cuenta el investigador y activista Siddharth Kara en rojo cobalto (Capitán Swing), ya que este mineral es tan importante que resulta imprescindible para nuestra forma de vida.

Sin ir más lejos, el cobalto es necesario para que los teléfonos móviles, ordenadores y otros aparatos tecnológicos funcionen de forma autónoma. Por tanto, la miseria en el corazón del continente africano se está extendiendo a gran velocidad. Siddharth Kara explica cómo las empresas extranjeras desplazan a los aldeanos después de expropiar sus tierras y los relegan a una existencia miserable como mineros artesanales donde la extracción de cobalto rojo es su única forma de vida. No reciben más de dos dólares por bolsa. Si a esto le sumamos que el cobalto contiene arsénico, entonces la cosa se pone fea.

Según cuentan las crónicas, los mineros del cobre en Alemania enfermaron al encontrar un mineral azul que confundieron con cobre pero que no contenía cobre. Aunque todavía no estaba bautizado, el mineral era cobalto y lo que contenía era arsénico. Sin duda, el malvado duende de la Edad Media siguió enredando y no sólo confundiendo a los mineros, sino que también jugó con su salud, convirtiendo la mina en la entrada al Infierno de Dante donde una inscripción en la puerta reza: “Abandona toda esperanza” .

el hacha de piedra Es una sección donde Montero Glezcon afán de prosa, ejerce su particular asedio a la realidad científica para demostrar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

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Johny Watshon

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